Audrey Hepburn en Desayuno con diamantes (1961)
Tengo un cajón en mi habitación en el que guardo gran parte de mi mundo. Cuadernos, libretas, una pequeña caja con tesoros (y tonterías varias) que he ido acumulando a lo largo de los años. El problema es que solo dispongo de ese cajón para guardar mis cosas. De ahí que
cada cierto tiempo haga limpieza, algo así como un borrón y cuenta nueva de mis pertenencias personales. Normalmente, esta renovación coincide con momentos especiales de mi vida. Antes la hacía todos los meses de junio al terminar el curso escolar, y esta vez la hice el domingo pasado, por marcar
el final de una etapa y el comienzo de otra.
Esta limpieza me sirve para darme cuenta de a qué cosas he ido concediendo más importancia a lo largo de los años. Qué objetos se han salvado de la criba y cuáles no. Los que suelen salvarse año tras año son las libretas y los cuadernos, además de esos pequeños detalles que nos regalamos unas monitoras a otras en
cada campamento de verano.
El caso es que
haciendo limpieza el domingo encontré una pequeña libreta que me regalaron por ser "la más obediente" del campamento al que fui en el verano de 5º de Primaria, o sea hace catorce años. Fue mi cuaderno de inspiración (cuando eso aún no tenía nombre) durante muchísimos años. De hecho, al revisarlo ayer me di cuenta de que en él apunté
esa frase de la que os hablé en junio y que me ha acompañado tanto tiempo: "Tengo que dejar de soñar mi vida y empezar a vivirla de verdad".
Y en ese mismo cuaderno tenía
una lista con unos cuantos productos de belleza que quería probar (obviemos el hecho de que me dedicaba a anotar los potingues sobre los que leía a los 13 o 14 años en las revistas de moda,
concretamente en Telva que es la que primero llegó a mis manos). Me hizo muchísima gracia porque para ese día yo ya había decidido que hoy iba a hablar aquí de mis nuevas compras de belleza.
Compras que, casualmente, tienen un ingrediente en común con todas esas que apunté hace mil años: la lavanda.
Mi madre puede dar fe (¡pobre!) de que toda la vida he tenido algunos problemas para conciliar el sueño. Por eso la lavanda, que se supone que tiene propiedades relajantes, siempre me ha llamado la atención, y por eso ahora tengo en mi mesilla de noche unos cuantos productos que huelen a lavanda y que hacen muy agradables todas mis noches. Y, por si alguien se lo pregunta, sí me ayudan a relajarme, especialmente uno de ellos...
- Bruma de Almohada Relajante de L'Occitane: este es el que os digo que consigue relajarme hasta el punto de que me duermo en cuanto mi cabeza toca la almohada. Vale, tanto no, pero es realmente relajante. Contiene aceites esenciales de lavanda, bergamota, mandarina, naranja dulce y geranio. Yo no soy una nariz experta, pero os aseguro que los huelo prácticamente todos. Tiene un olor buenísimo, y con vaporizar un poco sobre la almohada es suficiente, ya que el olor perdura y tampoco se trata de ahogarnos en lavanda. ;)
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Midnight Recovery Concentrate de Kiehl's: este concentrado de Kiehl's nos tiene enamoradas a mi hermana y a mí desde que empezamos a usarlo el mes pasado. Huele maravillosamente bien, a lavanda, y además es muy efectivo. Únicamente tienes que aplicarte dos o tres gotas en las palmas de las manos, calentarlas y presionarlas sobre la cara suavemente, y al día siguiente te levantas con la cara más fresca y muy hidratada. Me interesé por él porque leí que
Marina lo usaba y le iba bien, y recordaba que mi prima también me había dicho que le gustaba mucho. Así que fui a la tienda de Kiehl's en Zaragoza, de la que pronto os contaré más cosas, para que las dependientas me explicaran bien en qué consistía. Yo tengo la piel mixta y mi mayor miedo era que me salieran granitos por usarlo, pero nada más lejos de la realidad. En seguida me explicaron que actúa de forma diferente en cada persona, según las necesidades de su piel, y que para nada iban a salirme más granitos por emplearlo. Tenían razón. :)
- Spray Corporal Relajante de Lavanda de The Body Shop: lo compré hace años (de hecho he visto que ya no lo fabrican), pero hasta hace poco no le he dado el uso que se merece. Es una colonia muy, muy suavecita que huele a lavanda que es una maravilla y que yo me echo cada noche antes de dormir. ¡Menos mal que tengo un sustituto para cuando se acabe que si no no sé qué haría! Porque ahora que me he acostumbrado a perfumarme antes de dormir ya no sé echarme a la cama sin hacerlo. Una, que se ha vuelto una señorita. ;)
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Agua de colonia Lua & Lee, a la venta en Olivia Soaps: este es el sustituto del que os hablaba. Me tiré a la piscina y compré esta fragancia porque la recomendó Lara, de
Petite Mafalda, y yo me fío muchísimo de todo lo que ella recomienda. Esta colonia no huele a lavanda, pero me da igual porque no puede oler mejor. Tiene notas de naranja, hojas, flores blancas y musk, y al ser una fragancia para bebés es muy suave y no molesta para nada. En cuanto se me acabe el spray de lavanda esta es la colonia que me echaré antes de dormir.
- Vela Verano en Saint Tropez de Olivia Soaps: a estas alturas de la película no os descubro nada si os digo que las velas y los jabones de Paula son de lo mejor que ha dado la blogosfera. Esta huele a lavanda, verbena y petit grain, y por eso la compré. La lavanda y yo. Yo y la lavanda, ya sabéis. La enciendo cada tarde-noche cuando vuelvo del gimnasio o de clase de francés y deja un olor muy agradable en la habitación.
- Jabón Príncipe Azul de Olivia Soaps: hecho a base de lavanda y aceite de germen de trigo, este jabón me conquistó en cuanto lo usé por primera vez. Deja la piel muy suave e hidratada y huele tanto y tan bien que ahora todo el baño tiene un olor buenísimo a lavanda durante todo el día. ¡Me gusta tanto que estoy pensando en comprar uno para ambientar la habitación! Porque, por lo menos a mí, me huele bastante más que la vela. Esta compra la repito seguro.
¿Cuáles son vuestros indispensables de belleza nocturna? ¿Tenéis algún ingrediente que os guste tanto como a mí la lavanda? ¿Alguna recomendación que podáis hacerme? Soy toda ojos. :)